"Común es casi a todos los indios adorar Huacas, Ídolos, Quebradas, Peñas o Piedras Grandes, Cerros, Cumbres de montes, Manantiales, Fuentes y, finalmente, cualquier cosa de naturaleza que parezca notable y diferenciada de las demás". (Polo de Ondegardo, 1916, Tomo III, cap. I, Nº 4;).
Los antiguos andinos creían percibir en estos lugares ciertas "presencias" sobrenaturales a las cuales reverenciaban y a las que consideran sus "protectores".
Estos lugares eran considerados por ellos como "fuertes", es decir, estaban premunidos de fuerzas especiales.
Entonces los representantes de la 'Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana' decidieron que tal 'idolatría' había de ser extirpada. Tales diseños y figuras eran consideradas "obras del demonio", había que borrarlas y/o hacerlas desaparecer.
Frecuentemente se aconsejaba poner allí donde hubo un santuario u adoratorio una cruz cristiana, a la que se seguía reverenciando.
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